Damos gracias a las colaboraciones textuales de Juan Bautista Torres López (Periodista) y Leopoldo de Sarro (Músico).
"Semillas, flores y abrazos" - Por Maga R.
Los cautivos
Por Juan Bautista Torres López
“Somos de la generación del ‘no te metás’”, explicó el rabino Sergio Bergman a una Plaza de Mayo que pedía seguridad –un reclamo legítimo, coherente, difuso: ¿seguridad para quién? ¿qué es la seguridad? ¿Cuál es el precio de esa seguridad que desde luego, no todos entendemos igual?-. Desde el escenario, Bergman le habló a unas 10 mil personas que lo aplaudieron en un guiño más político que vecinal: habían prometido hacer de la marcha un reclamo civil, popular, sin el folclore de la campaña y sus slogans y su propaganda. Dijeron que así sería, pero Bergman habló de los “hermanos del campo”, dijo que Argentina puede ser república sin Néstor, dijo Perón, dijo Nerón, y todos lo aplaudieron, enfatizaron las palmas porque sí, qué bien que habla este Bergman, tiene razón en todo, y hasta dijeron bravo. Algunos vecinos que fueron al acto, al ver el tinte político del asunto, se volvieron con sus carteles, sus remeras que piden justicia, y sus lágrimas de hijo, padre, hermano, amigo asesinado. Ya no se sintieron representados. Y hubo también quien llegó a la marcha para pedir seguridad –con la convicción de que la solución no es matar al que mata- y se topó con el extremismo de algunos que terminaron por hacer del reclamo –legítimo, coherente, difuso- una feria americana de soluciones un tanto autoritarias. Pero todo esto es casi anecdótico.
Lo que impulsa estas líneas es la fecha, 24 de marzo. Alguien debe estar cumpliendo años, cambiando de trabajo, incluso teniendo un hijo o firmando una libreta de enrolamiento. Felicidades. Más allá de ustedes, hace unos 33 años, el país volvía a caer en la trampa de un golpe cívico-militar (no fue un capricho de las Fuerzas Armadas: hubo vecinos, votantes, conocidos tuyos que lo apoyaron: la sociedad debe hacerse cargo). Entrar en las atrocidades del caso es darle vuelta a una cuestión a la cual es difícil aportarle algo nuevo: se han brindado pruebas contundentes de los hechos cometidos en esos años, hay juicios y demás procesos. Y sí, señora, me permito hablar, porque no viví en esa época pero estamos en democracia, tengo derecho a opinar, y después de todo, yo soy el producto de su decisión -o indecisión- política de aquellos años: los jóvenes de hoy, dejando de lado la ideología, somos los hijos bastardos de la democracia, pero también de los resabios de los procesos militares. Lo siento, es lo que hay, creo que por línea descendiente, como miembro de esta familia republicana, tengo derecho a dar mi opinión, a meterme, como dijo Bergman, que le habló a una generación perdida, secuestrada, torturada. Y les recordó “somos de la generación del ‘no te metas’”, como diciendo “miren lo que hicimos, acá estamos, somos los mismos y ahora nos involucramos, venimos a la plaza, protestamos, nos la jugamos”.
Igual, los torturados y perdidos siguen existiendo. Tienen otras caras, ya no los llaman subversivos ni progres pero sí les apuntan con el “algo habrán hecho”. Ahora le dicen Los Pobres, no secuestrados, pero cautivos del sistema. Nadie nunca marchó por ellos. No sé cuántas veces la clase media se habrá preguntado qué opina el cartonero de la seguridad, de la justicia, de la delincuencia –después de todo, los que menos tienen son los que menos protegidos están-. “El que mata tiene que morir” es una simplificación. Es una buena respuesta para no hacerse cargo, para no ir al fondo del problema, para seguir debatiendo por algo que algún otro en algún otro momento de la historia deberá asumir y hacerse cargo. Caso similar al de la pequeña y delicada diferencia del golpe militar y el cívico-militar. Una sola palabrita cambia todo. Y sí, Bergman le habló a esos que en los 70 no se metían, porque eran prudentes, porque les habían dicho que no lo hicieran, y más de uno habrá pensado que para qué se iban a meter: creían que ellos solos no harían ningún cambio. Creían eso. Treinta y tres años después, de alguna forma, las cosas parecen no haber cambiado demasiado.
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La censura no existe mi amor,
La censura no existe mi amor,
La censura no existe mi,
La censura no existe,
La censura no,
La censura, la... ah!!!
(La censura no existe, mi amor. Juan Carlos Baglietto)
El tuerto y los ciegos
Por Leopoldo de Sarro
Olvidar es peligroso, dejar de retener algo en la memoria. Ignorar es peligroso,
hacer caso omiso de algo, desconocer.
La libertad es lo más valioso que tiene una persona. Es lo que le permite ser igual, ser diferente o no ser. Es una licencia de vida, para defender y manifestarse. Perder esa condición es atroz, siempre.
Este país sufrió muchos abusos de poder, que atentaron contra la libertad de todas las personas. "Proceso de Reorganización Nacional" (léase cultura de la incultura/genocidio del pensamiento).
El arte abriga a la libertad y la ayuda a avanzar. Nunca desaparece, trasciende todas las formas, se camufla pero nunca se va. Logra decir cosas. La censura intenta quitarle la condición de libre al arte, atacando los medios de expresión. La censura no existe.
Es lamentable en la actualidad ver personas que avalan las prácticas que disponen de la libertad y que intenten reivindicar tanta irracionalidad, siendo totalmente indiferentes al dolor (el pasado: ¿pisado?).
La libertad es lo más valioso que tiene una persona. Es lo que le permite ser igual, ser diferente o no ser. Es una licencia de vida, para defender y manifestarse. Perder esa condición es atroz, siempre.
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Lo que puedo decir
Por Maga Ragonese
Hoy es un día para recordar, recordar que no hay que olvidar, es un día que se remonta a 33 años atrás, pero no se reduce a esa fecha, viene de más lejos, de mucho antes y también está acá, entre nosotros, en nuestros días, tanto para quien lo ve y lo retiene en su accionar cotidiano, como para quien lo esconde en un cajón o lo veda con la duda e indiferencia que ofende a la realidad de lo ocurrido.
A 33 años del último golpe militar genocida es bueno poder ver lo que ha cambiado, que la libertad se abre voz y camino en la oscuridad, como es importante saber que aún hay mucho por modificar, sin olvidar cuál es el camino: la lucha, la transformación, el arrancamiento de los velos.
Hoy, en democracia, podemos escuchar discursos sinvergüenzas que apoyan y proponen que se mate a algunas personas, que se encierre a otras, que se las amontone a todas con indiferencia y crueldad en algún lugar invisible a sus ojos. La necedad con la que pronuncian sus palabras es directamente proporcional a la fuerza con la que nos oponemos a sus soluciones egoístas y asesinas.
Debería estar claro hace tiempo que el derecho a la vida es el derecho de todos, la educación, los alimentos y todas las condiciones necesarias para tener una vida digna. El reclamo será para todos o no será.
Está deformado el concepto de a quién se debe castigar, cuando la visualización se remite a unos pocos centímetros las consecuencias son falaces, los razonamientos absurdos y las soluciones problemas, suciedad. Los intereses personales no pueden coartar los derechos de toda una sociedad, es un error muy grande (y muy común) confundir la parte con el todo.
Los problemas se solucionan cuando se conocen sus raíces, la verdad se desvela cuando se desarticulan las mentiras cristalizadas, la justicia se realiza cuando realmente juzga y castiga a quienes resquebrajaron (y resquebrajan) tantas vidas, a quienes degeneraron los derechos de todos, la memoria nos sirve para no volver a cometer los mismos errores, el compromiso nos impulsa a oponernos a las acciones de quienes todavía hoy siguen proclamando discursos genocidas, a las prácticas encubiertas que intentan comerse nuestra capacidad de pensar.
Hoy es 24 de marzo, parece que es feriado, hay sol, la televisión sigue transmitiendo sus taradas programaciones, muchos usan este día para descansar y olvidan qué pasó, muchos dicen que les importa este día, pero es mentira. Ayer fue 23 de marzo, hoy es 24, mañana es 25 y pasado 26, todos los días son importantes, todos los días son de lucha. Espero que no olvidemos: el derecho será para todos o no será.